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Charlando con Ofelia Rey Castelao sobre la historia de las mujeres galegas, el estado de la disciplina y la divulgación histórica

La historiadora Ofelia Rey Castelao, especialista en el campo de la historia de las mujeres y miembro del Grupo de Investigación Historia Moderna (GI-1921), ha sido entrevistada por la revista Mazarelos en un encuentro en el que aborda el tema de la historia de las mujeres, la importancia de su estudio y el destacado papel que tuvieron las mujeres en una Galicia con elevadas tasas de emigración masculina, tal y como sucedió en la época moderna. Esta movilidad social alteraba la nupcialidad, retrasando el casamiento y haciendo que, por ejemplo, los matrimonios se realizaran en invierno, al tiempo reducía la fecundidad o, dicho de otra manera, la reproducción social. La ilegitimidad era alta en Galicia en la Edad Moderna, pero esto estaba vinculado al propio sistema de reproducción social. En este sentido, los hijos de soltera eran, en muchos casos, un seguro para la vejez, por lo que eran tolerados en el mundo rural. Las mujeres, al mismo tiempo, estaban al cargo de los deberes de la tierra, por lo que ellas eran las que mantenían la economía familiar en la ausencia masculina.

La especialista gallega es buena conocedora del tema de la movilidad y recién acaba de publicar un libro sobre la emigración femenina (El  vuelo corto:  mujeres  y  migraciones en la  Edad Moderna, Santiago, USC, 2021), que trata una de las movilidades sociales menos estudiadas, las protagonizadas por mujeres, en un tipo desplazamiento corto y de campo a ciudad, por lo que muchas mujeres se incorporaban al servicio doméstico de distintas ciudades castellanas, así como a un amplio conjunto de oficios. 

                                                                              

Precisamente, la imagen de la gallega rural en las grandes urbes,  deformada y  satirizada, era a que se filtraba en la literatura de la época, obteniendo gran difusión y perdurando en el tiempo. Las mujeres que se desplazaban a las ciudades por motivos económicos lo hacían para desempeñar tareas de servicio y de importante esfuerzo físico, con una formación escasa y acompañadas de otra lengua diferente al castellana, con escaso dominio de esta lengua, por lo que eran retratadas de manera negativa en la literatura barroca.  No obstante, no solo las gallegas se vieron afectadas por los prototipos  satíricos, sino que otros pueblos europeos y españoles sufrieron la misma suerte. Sin embargo, la literatura no deja de ser una visión distorsionada de la realidad y no es historia…

Por otra parte, las mujeres en Galicia fueron las depositarias, en cierta medida, de la cultura oral y de las tradiciones. Entre los diferentes y variados espacios de socialización estaban las ferias, las hiladas, los velatorios, así como bailes y fiestas. Las ferias y su actividad adquieren gran importancia en el siglo  XVIII. Hablamos de una economía de trueque, donde este comercio adquiere gran dimensión gracias al intercambio de productos textiles, derivados de leche, productos elaborados varios y excedente agrícola. En este contexto, las ferias alcanzan dimensión social, como sistema sociabilidad, como lugar de intercambio de ideas y como escenario de la fiesta civil, generando un sistema de relaciones más libre. 

                                                                       

En la última parte de la conversación, se trata el tema del estudio de la historia de las mujeres, las fuentes existentes y el estado en el que se encuentra la disciplina. No es cierto que las mujeres sean invisibles en las fuentes documentales del pasado y esta idea debe ser desterrada. Ellas heredaban como los hombres y compraban y vendían tierras, iniciaban pleitos y legaban sus bienes, por lo que están muy representadas en las escrituras notariales. También aparecen en las fuentes fiscales. Con todo, el campo con menor presencia es el de las emociones, tal y como sucede siempre. 

Por otra parte, la parcelación de los estudios de género en materias aisladas en los grados no favorece al estudio de las mujeres, pues acaban aislando la disciplina, por lo que la clave está en la integración de la dimensión de género en los estudios. Además, los  másteres y cursos de doctorado ya abordan especificidades. Con todo, actualmente observamos una realidad preocupante. Los programas orientados al estudio de las mujeres son ignorados por el alumnado masculino, por lo que el problema no está ni en el programa de estudio ni en el profesorado, sino en el receptor social del mensaje. A esto hay que añadirle que hoy en día las humanidades están copadas por alumnado masculino, que está poco interesado por la historia de las mujeres y no participa nos programas de género… 

Por último, la investigadora gallega aborda una de las cuestiones más complejas a las que se puede enfrentar un profesional de la historia, la cuestión de la difusión, pregunta clásica a la que se enfrentaron maestros de la historia del pasado y del presente. Con todo, la catedrática de la USC sale bien parada del reto. No cabe duda de que la divulgación es compleja, pues los historiadores están acostumbrados a hacer investigación y esa producción no llega al conjunto social por distintos motivos. Al mismo tiempo, divulgar no es tomar lo excepcional y anecdótico como pretexto para construir un relato de los hechos pasados, como muchas veces se requiere de los profesionales de la historia para acercarse a la sociedad. La divulgación es extremadamente compleja, pero la clave está en la pregunta que nos hacemos, que debe ser buena, y las respuestas que obtenemos… 

Pinche aquí para ver la entrevista completa de «Bajar a la Plaza», en la revista interactiva Mazarelos