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Santiago Lamosa Quinteiro: «El ingeniero agrónomo del futuro combinará barro en las botas y tecnología de vanguardia»

Santiago Lamosa mantiene un fuerte compromiso con la divulgación científica
Santiago Lamosa mantiene un fuerte compromiso con la divulgación científica
Santiago Lamosa, coordinador del Grado en Ingeniería Agrícola y Agroalimentaria del Campus Terra, apuesta por trasladar a la sociedad un mensaje de respeto y responsabilidad hacia la naturaleza

Santiago Lamosa Quinteiro es profesor e investigador del Departamento de Producción Vegetal y Proyectos de Ingeniería de la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería del Campus Terra de la USC, donde también ejerce como coordinador del Grado en Ingeniería Agrícola y Agroalimentaria y secretario del departamento de Producción Vegetal y Proyectos de Ingeniería. Con una trayectoria que combina experiencia profesional fuera de la universidad y una sólida labor académica, Lamosa representa una visión integral de la ingeniería agronómica: práctica, innovadora y comprometida con la sostenibilidad.

Su actividad docente abarca materias vinculadas con el medio ambiente y el paisajismo, ámbitos en los que promueve una formación que integra ciencia, tecnología y sensibilidad ecológica. En su investigación, abordó temas tan diversos como el estudio de las micorrizas y su aplicación forestal, el desarrollo de cubiertas verdes y jardines verticales con especies autóctonas, o el potencial comercial del saúco.

Además, mantiene un fuerte compromiso con la seguridad laboral en el ámbito agrícola y con la divulgación científica a través de iniciativas como Ciencia á Feira.

Con esta amplia trayectoria, Lamosa apuesta por trasladar a la sociedad un mensaje de respeto y responsabilidad hacia la naturaleza, integrando el conocimiento científico con la acción práctica y el diseño sostenible. En esta entrevista, repasa sus líneas de trabajo, la evolución de la ingeniería agronómica y los retos que afrontan las nuevas generaciones de profesionales en un mundo en constante cambio.

-Su trayectoria combina experiencia en la empresa privada con una sólida carrera académica. ¿Cómo influyó esa etapa profesional previa a su incorporación a la universidad en su forma de enseñar e investigar?

-Absolutamente. La experiencia profesional es quizá, el factor que más influye en el enfoque de mis clases. La ingeniería es una profesión eminentemente práctica donde la base teórica es fundamental. El enfoque aplicado de estos conocimientos permite a los estudiantes acercarse a la realidad de su futuro profesional.

Por otro lado, la experiencia en la empresa privada me permitió, posteriormente, desarrollar proyectos más cercanos al mundo profesional, como varios relacionados con la prevención y seguridad en el trabajo o producción de planta de vivero.

-Imparte materias vinculadas al medio ambiente y al paisajismo en varios grados y máster. ¿Qué importancia cree que tiene la formación en sostenibilidad y paisaje para el futuro de la ingeniería agraria y agroalimentaria?

-Hoy en día nadie puede negar que nos encontramos en un mundo en cambio acelerado. Nunca en la historia humana hubo tal número de transformaciones a nivel geológico y paisajístico y tan extremos que hubiesen sido apreciados por una única generación. Ahora una persona puede observar cómo desaparecen montañas, cómo se crean grandes superficies de agua, cómo se modifican cauces de ríos, cómo desaparecen especies o cómo aparecen desiertos donde antes había abundancia de vida vegetal.

A lo largo de la historia el papel del ingeniero agrónomo / agricultor fue variando, aunque mantenía siempre su papel imprescindible en la producción de alimentos y otros productos de origen primario y su transformación.

Hubo etapas en las que el conocimiento científico era escaso, otras en las que primaba la productividad frente a conservación y podría seguir hablando sobre más cuestiones que afortunadamente están cambiando como la mano de obra, los fitosanitarios, los efectos erosivos de las actividades agrícolas, el uso del agua, la seguridad alimentaria...

Volviendo a la pregunta, es obvio que un ingeniero agrónomo, con una responsabilidad directa sobre todos estos aspectos, tiene que ser especialmente sensible hacia el paisaje y la sostenibilidad, de modo que impregne toda su actividad y, por tanto, debe recibir una formación de manera directa o transversal al respeto. Esta es parte de nuestra responsabilidad.

-Como coordinador del Grado en Ingeniería Agrícola y Agroalimentaria, ¿Qué retos y oportunidades detecta en la formación de los nuevos ingenieros en este ámbito?

-Antes hablaba del mundo cambiante relacionado con la naturaleza, pero podemos aplicarlo también a los avances científicos, tecnológicos o legislativos. El ingeniero agrónomo debe estar en permanente formación para responder a los retos que la sociedad le impone respecto a multitud de aspectos como los avances tecnológicos, la producción de alimentos seguros, el bienestar animal, la conservación y regeneración ambiental, etc.

El estereotipo del ingeniero agrícola pisando la tierra está cambiando. Obviamente, seguiremos manchándonos las botas con barro ya que forma parte de nuestra vocación, pero ahora se le añade una fuerte formación en los últimos avances como robotización, aplicación de drones, sensórica o en general equipos altamente sofisticados que, unidos a los avances relacionados con la bioquímica, genética, microbiología…  hacen que el ingeniero agrónomo tenga un futuro muy prometedor y de alta responsabilidad.

-Su tesis doctoral se centró en el estudio de hongos micorrícicos y su aplicación en especies forestales. ¿Qué aportaciones destacaría de esa línea de trabajo y qué posibilidades de transferencia tiene aún hoy?

-Las micorrizas son hongos altamente especializados que viven en asociación con las raíces de muchas plantas, recibiendo un beneficio mutuo y que desempeñan un papel fundamental desde el punto de vista medioambiental.

Estos aspectos se traducen también en beneficios directos para nuestra actividad, como un mayor crecimiento de los árboles, mayor resistencia a enfermedades, mayor productividad, ahorro de fertilizantes...

Los estudios realizados sobre las micorrizas llevaron a una mayor comprensión de la colaboración entre especies, la valorización del suelo concebido como un ecosistema vivo y sensible o la introducción de las micorrizas dentro de las actividades habituales y rutinarias de la producción viverística. Mi trabajo se enfocó en la tercera línea.

A permacultura aporta una visión válida para la creación de jardines sostenibles
A permacultura aporta una visión válida para la creación de jardines sostenibles

En los últimos años ha trabajado en jardines verticales, cubiertas verdes y el potencial comercial del saúco. ¿Cómo se produce esa evolución temática en su investigación y que objetivos persigue actualmente?

-Todas estas líneas tienen como nexo común el estudio de las plantas y su aplicación práctica. Me gusta abordar tareas con una orientación tangible y funcional. La mayoría de estos estudios fueron promovidos por empresas que tenían un objetivo comercial claro.

El primer trabajo nació debido al uso cada vez más frecuente de cubiertas verdes debido a los beneficios que aportan como reducir el efecto isla de calor, mejorar el aislamiento térmico, retener el agua de la lluvia o fomentar la biodiversidad urbana. En ese momento, les interesó estudiar la posibilidad del empleo de especies autóctonas gallegas. Como evolución natural surgió la línea de jardines verticales, también vinculado a una empresa, estudiando el empleo de diferentes especies vegetales, sustratos, riego, estructuras de sustentación, etc.

El estudio sobre el saúco tenía un reto añadido, ya que fue el primer estudio hecho en Galicia sobre el uso comercial del saúco. Los resultados fueron muy prometedores y hubo cierto interés por parte de emprendedores que desembocaron en la creación de algunas plantaciones. En este sentido, aún falta mucho por hacer.

-También ha colaborado en el desarrollo de proyectos paisajísticos con un enfoque en jardines sostenibles, permacultura y agricultura regenerativa. ¿Qué papel juegan estas prácticas en la transición hacia modelos más respetuosos con el entorno?

-S echamos una mirada a la historia de los jardines vemos cómo estos respondían al pensamiento, inquietudes o necesidades de cada época. Hoy en día, en el mundo en que vivimos, no podemos concebir un jardín desde una perspectiva únicamente estética y funcional sin tener en cuenta sus valores ecosistémicos, éticos y sociales.

La permacultura aporta una visión válida para la creación de jardines sostenibles, productivos y en armonía con la naturaleza. Son espacios que intentan imitar los patrones y relaciones de los ecosistemas naturales donde se integran todo tipo de elementos naturales sin olvidar el aprovechamiento de recursos locales y el cuidado de la tierra y de las personas.

Considero que estos jardines  deben si concebidos como modelos y como centros de aprendizaje para expandir el respeto sobre la naturaleza.

La agricultura regenerativa es una respuesta al término de sostenibilidad, desde el momento que hay muchos espacios en tal estado que una intervención simplemente sostenible se queda escasa. La aplicación de estas filosofías a la jardinería es un reto importante ya que rompe con la visión tradicional que tenemos de ella.

-En el pasado también ha investigado sobre seguridad en el ámbito agrícola, paisajista y en áreas de juego infantil. ¿Cuáles son los principales retos para mejorar la prevención de riesgos en estos contextos?

-Desde los primeros estudios de seguridad de las áreas de juego fueron evolucionando favorablemente y, sobre todo, generalizándose en la práctica totalidad de las superficies de juego. Actualmente, la mayoría de las áreas de juego infantil ya cumplen la regulación europea UNE-EN 1176 y 1177, aunque quizá fallen en mantenimiento y renovación.

Desde mi punto de vista, no basta con simplemente cumplir la norma, y aquí surge uno de los retos importantes: construir zonas de juego realmente atractivas para los niños no solo basadas en equipos de juego sino combinado a su vez con diseños atractivos de elementos vegetales, modelado del terreno, trazado de itinerarios buscando la creación de oportunidades para el desarrollo personal y social de los niños dentro de un espacio cercano al natural y seguro.

Otro reto, quizá desconocido, es el uso de materiales 100% seguros. Hoy en día existe suficiente literatura científica como para sospechar de la posible toxicidad de ciertos materiales comúnmente utilizados en áreas de juego como los materiales sintéticos provenientes de fuentes de escasa calidad o no reguladas, como el reciclaje de neumáticos. No es una línea de investigación mía, pero resulta de gran interés ya que afecta directamente al diseño seguro de áreas de juego infantil.

-A través de iniciativas como Ciencia á Feira llevó la investigación más allá de las aulas. ¿Qué le da la divulgación a su labor como docente e investigador?

-Con Ciencia á Feira colaboré impartiendo charlas relacionadas con las ectomicorrizas destinadas a público de todo tipo de edades, pero fundamentalmente a los más pequeños. Percibí el entusiasmo de los niños y mayores cuando les contaba cuestiones que ellos recibían cómo algo extraordinario y que para mí eran habituales.

Viendo esas caras de asombro sentía que estaba dejando una semilla que germinará en un futuro y a su vez dará nuevos frutos. Me gusta pensar que era una semilla de curiosidad y de amor hacia la naturaleza. Es algo que de una manera implícita quiero transmitir también en mis clases en la universidad.

-¿Cuáles son los proyectos o líneas de trabajo que le gustaría desarrollar en los próximos años dentro del Campus Terra?

-Dentro de las líneas de trabajo de los últimos años veo muy prometedor el estudio del saúco, en concreto la selección de variedades de interés comercial y perfilar su proceso productivo, así como la posible utilización comercial de otras especies autóctonas sin aparente interés económico.

Me interesa también, cada vez más, lo que desde la universidad podemos transmitir a la sociedad ya no como elementos tangibles o conocimiento científico, sino los principios universales de respeto y responsabilidad hacia la naturaleza. De ahí que esté involucrado cada vez más en proyectos sostenibles y regenerativos y, trasladándolo a mi campo, su aplicabilidad en el diseño de zonas verdes.

Los contenidos de esta página se actualizaron el 16.10.2025.