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Juan Ortiz: «El equipo de restauradores que trabajó en la reconstrucción de Notre-Dame tuvo en cuenta nuestra experiencia en el desarrollo de su trabajo»

Juan Ortiz es investigador y docente del área de Ingeniería Agroforestal del Campus Terra
Juan Ortiz es investigador y docente del área de Ingeniería Agroforestal del Campus Terra
Juan Ortiz, investigador y docente del área de Ingeniería Agroforestal en el Campus Terra, reflexiona en esta entrevista sobre las posibilidades que brinda la fotogrametría actual en el registro tridimensional de bienes patrimoniales

Si algo se ha demostrado en las últimas décadas es que la tecnología es una de las grandes aliadas de la investigación científica. La mejora de la precisión y eficiencia de los procesos, el aumento de la conectividad global o la democratización de herramientas que, antiguamente, eran solamente accesibles para unos pocos, son solo una pequeña muestra de lo que puede aportar a nuestra sociedad. 

De esta forma, la tecnología ha supuesto un antes y un después en multitud de campos de investigación, revolucionando técnicas tan útiles como la fotogrametría: un procedimiento que permite, a través de la fotografía, definir con precisión la forma, dimensiones y posición en el espacio de un objeto, y cuyas aplicaciones van desde la creación de mapas topográficos al registro de monumentos y yacimientos arqueológicos.

Para sumergirnos en este apasionante universo, hoy recurrimos a una de las voces más consolidadas en este ámbito: la de Juan Ortiz Sanz, investigador y docente del área de Ingeniería Agroforestal del Campus Terra y miembro del Grupo de investigación CIGEO.

-Buena parte de su investigación se centra en la fotogrametría de bajo coste. ¿Qué le llevó a apostar por esta tecnología y cuáles han sido sus principales aplicaciones?

-Fueron varias las razones por las que aposté por esta tecnología. La primera de ellas es personal, pues siempre fui muy aficionado a la fotografía y cuando descubrí su uso como herramienta técnica de medida de coordenadas XYZ, en 3D, de puntos visibles, que es lo que se consigue mediante fotogrametría, me interesó aún más.

El segundo motivo fue comprobar la facilidad con la que era posible comenzar a trabajar con ella, gracias a algunas herramientas informáticas gratuitas, muy intuitivas y sencillas que comenzaron a aparecer hace unas décadas.

La tercera razón fue la aparición de las cámaras digitales, una verdadera revolución en este campo. Y la última razón fue la incorporación de las cámaras a los teléfonos móviles.

Todo ello hizo que la fotogrametría evolucionara tal y como en su día fuimos capaces de prever e hizo que la apuesta fuera ganadora, pues vimos claramente algunas grandes ventajas de esta técnica respecto a otras.

Hoy en día, la fotogrametría se ha abaratado y simplificado mucho, de modo que ha experimentado una difusión enorme, tanto en su uso más popular, con aplicaciones gratuitas de teléfonos móviles que puede utilizar cualquiera, como en su uso más sofisticado.

Respecto a las más populares, nuestro grupo fue pionero a nivel internacional en la enseñanza on-line de fotogrametría a estudiantes de instituto, con el campeonato D3MOBILE

En cuanto a las más sofisticadas, las dos líneas más importantes en las que he trabajado son su aplicación al registro 3D de bienes patrimoniales, principalmente arquitectónicos y arqueológicos, y a la medición de deformaciones en ensayos de caracterización de diversos tipos de materiales de construcción, como la tierra o la madera, tanto en laboratorio como in situ.

-Ha trabajado tanto en la documentación del patrimonio como en la caracterización de madera estructural. ¿Qué desafíos y oportunidades presenta cada uno de estos campos desde el punto de vista fotogramétrico?

-En el campo patrimonial, yo creo que algunos de los desafíos en la actualidad son el desarrollo de más herramientas de documentación que faciliten la integración de tecnologías diferentes, como drones, LiDAR (Light Detection and Ranging) o inteligencia artificial, particularmente en el caso de patrimonio sumergido y en el comportamiento estructural de edificios monumentales.

En cuanto a la madera y otros materiales estructurales, destacaría la optimización robotizada de rutas de drones en vuelos fotogramétricos para el registro de movimientos y deformaciones en la monitorización y la realización de pruebas de carga de estructuras o la detección del eje y secciones de elementos estructurales, que mejore su uso como herramienta de validación de métodos de cálculo, siempre con el reto de conseguir una mayor cantidad de medidas con un menor coste y mayores precisión y exactitud. 

-En su carrera profesional destaca la documentación fotogramétrica de las cubiertas sobre el Pórtico da Gloria en la Catedral de Santiago. ¿Qué aprendió de ese proyecto y qué impacto tuvo en su trayectoria científica?

-Es sin duda uno de los proyectos de los que guardo un mejor recuerdo. Supuso un hito en nuestro trabajo, con un reto muy complejo en un momento en el que las tecnologías que utilizamos estaban mucho menos desarrolladas que ahora. Hay un componente emocional importante por el significado de trabajar allí.

Como anécdotas, decir que montamos una pequeña oficina en lo más alto del propio campanario de la torre de la carraca, en la cubierta que hoy en día visitan los turistas, con dos ordenadores y unas mesas, en las que metíamos también pértigas, cuerdas, cámaras…

Fue un reto enorme y aprendimos muchísimo, sobre todo de la realización práctica de los trabajos de documentación, que nunca perdemos de vista, pues siempre pensamos en la aplicabilidad de lo que hacemos por parte de los profesionales del sector de la ingeniería, la arquitectura o la arqueología.

En mi trayectoria profesional supuso un importante impulso, pues formó parte de una de las primeras tesis doctorales que dirigí, uno de los primeros artículos de impacto que publiqué y, con el tiempo, que grandes equipos de restauradores de prestigio internacional, como los que trabajaron en la reciente reconstrucción de Notre-Dame en París, tuvieran en cuenta nuestra experiencia en el desarrollo de su trabajo. 

Juan Ortiz participé en la documentación fotogramétrica de las cubiertas sobre el Pórtico de la Gloria en la Catedral de Santiago de Compostela
Juan Ortiz participé en la documentación fotogramétrica de las cubiertas sobre el Pórtico de la Gloria en la Catedral de Santiago de Compostela

-Usted ha liderado también proyectos como D3MOBILE, que busca acercar la fotogrametría a estudiantes no universitarios. ¿Por qué considera importante divulgar esta tecnología entre los más jóvenes?

-Como siempre hubo aplicaciones fotogramétricas gratuitas, desde que se incorporó una cámara a todos los móviles y con el desarrollo de internet, vi claro el potencial que tenía la fotogrametría para implementar un proyecto e-learning.

Comenzamos con una experiencia a nivel nacional, pero al año siguiente vimos que el paso a internacional era posible y nos lanzamos a hacer las diez ediciones que finalmente hubo.

A mí me parece muy importante divulgar la técnica entre alumnos de estas edades, porque es una herramienta muy fácil de entender y muy intuitiva, que se aplica hoy en día ya prácticamente a todos los campos profesionales.

Si aprenden a estas edades, estudien lo que estudien o trabajen en lo que trabajen después, ya sabrán de su existencia y de su potencial, pudiendo incluso profundizar más entonces en ella y utilizarla para representar en 3D cualquier objeto real, mejorar sus presentaciones, realizar mediciones precisas y exactas en 3D con la cámara del teléfono o cualquier otra, etc. 

-En su trabajo es habitual el uso de tecnologías accesibles, como cámaras de usuario o software gratuito. ¿Cree que la democratización tecnológica está transformando la forma en que se investiga y se enseña?

-Desde luego, como siempre ha ocurrido: hace cuarenta años, muy pocas personas tenían cámaras de cine super 8 o video, pero hoy en día todos la tenemos y todos sabemos utilizarla. En esa época, la forma de enseñar y de investigar no tenía nada que ver con la de ahora.

Sin embargo y, por otra parte, yo creo que es muy importante saber que, aunque la forma de enseñar o de investigar evolucione, no debemos perder de vista el fundamento de lo que se enseña o investiga, pues la tecnología solo aporta y mejora herramientas que permiten generar más conocimiento mediante investigación, pero lo importante es ese conocimiento generado y su transmisión a los alumnos, más que el aprendizaje de la herramienta en sí mismo, aunque también esto tiene su importancia, claro.

-Pertenece al grupo de investigación CIGEO. ¿Qué líneas de investigación están desarrollando actualmente y cómo se enmarcan dentro de los objetivos estratégicos del Campus Terra?

-Las líneas de investigación que desarrolla actualmente el grupo se clasifican en cuatro bloques: Ingeniería de costas y del agua; Infraestructuras de transporte; Geomática y Construcción Civil.

Todas ellas contribuyen en mayor o menor medida a los objetivos estratégicos de investigación del Campus Terra, pues hemos contado con personas realizando doctorado industrial, ayudas Ramón y Cajal, formado parte de equipos multidisciplinares con otras facultades y universidades, internacionalización, etc.

Destacar en este sentido que el grupo CIGEO participa activamente en el objetivo estratégico de consolidación del Instituto de Investigación en Salud Global y Desarrollo Sostenible (iTERRA) de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), principalmente en el eje temático Tecnologías digitales e inteligencia artificial.

-Usted ha dado clase durante más de 25 años, ¿cómo ha evolucionado su forma de enseñar y de relacionarse con el estudiantado en estos años?

-La forma de enseñar ha evolucionado mucho, sobre todo en el sentido de que entonces era en ocasiones complejo y caro conseguir y proporcionar información a los estudiantes, mientras hoy en día, el exceso de información puede llegar a constituir incluso un problema.

Por lo demás, las nuevas tecnologías permiten, por ejemplo, una evaluación continua más ágil, pero la esencia de lo que se enseña, lo más importante, no ha cambiado mucho. En cuanto a la forma de relacionarme con mis alumnos, la variación más importante creo que deriva de la generalización del uso de internet y las posibilidades que brinda un canal de comunicación inexistente cuando yo empecé a dar clase.

-Por último, y mirando al futuro, ¿qué retos científicos y docentes le ilusionan especialmente en esta etapa de su carrera?

-Los retos siguen siendo los que he tenido siempre, me apasiona obtener coordenadas XYZ, de muy alta precisión y exactitud, de puntos reales mediante esta técnica, empleando equipos gratuitos o de bajo coste, que antes requerían en ocasiones enormes inversiones en equipamiento, coste y podían implicar riesgo para las personas encargadas de conseguirlas. Eso no ha cambiado mucho.

En el campo de la docencia tampoco hay muchos cambios, la misma ilusión de siempre por ayudar a formar ingenieros que sigan contribuyendo con su trabajo a que la sociedad sea mejor y a doctores en ingeniería que continúen generando conocimiento.

Tengo también la fortuna de formar parte de los equipos docentes de titulaciones de humanidades y de ciencias sociales, un orgullo también para mí, pues de algún modo, enseñar también a los futuros profesionales especialistas en servicios culturales, sin formación en geomática, supone poner en práctica buena parte del conocimiento generado con la investigación en fotogrametría de bajo coste.

Los contenidos de esta página se actualizaron el 28.08.2025.