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Presentación do proxecto

Estado da cuestión, hipóteses, obxectivos, novidade, aplicabilidade e referencias. Metodoloxía da investigación.

Estado de la cuestión

Existen dos temas de actualidad en el panorama filosófico internacional de corte analítico que, aunque estrechamente relacionados entre sí, no siempre se hallan vinculados en la literatura especializada: la llamada ingeniería conceptual y el desacuerdo. Y ello porque ambos temas pueden tratarse legítimamente de forma independiente. Sin embargo, es una de las hipótesis de trabajo del presente proyecto que un tratamiento conjunto de los dos temas resulta no solo deseable, sino que además está justificado desde el punto de vista filosófico y guarda relación directa con los recientes debates sobre el carácter, estatuto y metodología de la ontología y su relación con otras disciplinas, tanto filosóficas como científicas (cf. Chalmers et al. 2009, Mumford y Tugby 2013, Ross et al. 2013, Tahko 2015, Humphreys 2016, Sider 2020). No solo eso, sino que estos debates, al producirse también en ámbitos que atañen a la ontología y epistemología sociales, afectan a nuestra concepción e intuiciones acerca de conceptos como raza, etnia, género, identidad sexual, propiedad, obra de arte, clase social, ley, nación o institución decualquier tipo (cf. Goldman & O’Connor 2021). En discusiones metaontológicas acerca del carácter descriptivo vs. revisionista de la ontología (cf. Strawson 1963, Haack 1979, Xhignesse 2018), es más fácil encontrar una tendencia natural a aceptar el revisionismo cuando se trata de géneros sociales [social kinds], como los acabados de mencionar, que cuando se trata de supuestos géneros naturales [natural kinds], dado que se suele entender que los primeros son construidos, dependientes de la mente, y posiblemente cambiantes a nivel de significado y referencia, y los segundos no. Es otra de las hipótesis de trabajo del presente proyecto la idea de que existe otra posibilidad digna de ser explorada, a saber, la de que también los supuestos géneros naturales, como aquellos que tratan las teorías científicas con contenido empírico, pueden ser vistos como entidades artefactuales construidas o constituidas. Según esta idea, no existiría una verdadera diferencia entre dos supuestas categorías, natural y artefactual, sino que ambas podrían verse como constituidas. Esto estaría en consonancia con concepciones constitutivistas sobre los géneros relevantes para la ciencia como las defendidas por Kuhn o Hacking y también con aquellos que mantienen posiciones próximas al llamado “construccionismo social” en relación con conceptos socialmente relevantes. A veces, sin embargo, y como recuerda Haslanger (2012, 5), se interpreta que decir de algo que es “constituido” o es meramente una “construcción social” es restarle realidad o convertirlo en algo ilusorio, pero no tiene por qué ser así, dado que esas entidades constituidas pueden tener también un carácter objetivo y podemos predicar de ellas que son perfectamente reales (al menos desde una perspectiva deflacionista). De hecho, estos enfoques, y esta es una tercera hipótesis de trabajo en este proyecto, pueden, a su vez, favorecer una concepción deflacionaria de la referencia y de la verdad, por un lado, y de la existencia, por otro. Aunque algunos autores, como Thomasson (2017), pretenden que estas formas de deflacionismo están estrechamente vinculadas, al punto de implicarse mutuamente o de formarun todo coherente, existen también sospechas de que la pretendida relación de implicación no se da (Marschall y Schindler 2021). La posición inicial que se pretende defender en este proyecto es favorable a la hipótesis de una interdependencia entre las cuestiones semánticas y las ontológicas (de ahí que se hable de una perspectiva ontosemántica deflacionista). Es, en todo caso, el deflacionismo sobre la noción de existencia el más relevante en el presente contexto. Si abrazamos una posición deflacionista a nivel metaontológico, ocurre que la existencia de entidades que caigan bajo estos conceptos constituidos se convierte en algo no substantivo y dependiente de las teorías y esquemas conceptuales que hacen uso de esos conceptos (o, más bien, de las expresionespara hablar de los mismos). La pretensión realista de dar un sentido descriptivo y, en última instancia, dependiente del mundo (no de la mente) a las afirmaciones de la ontología quedaría así desbancada y, con ello, el sentido de “ontología fuerte” [hard ontology] favorecido por autores como van Inwagen (2001, 2014) o Sider (2001, 2011) resultaría inaplicable aquí. Lo que se precisaría más bien sería el recurso a ontologías deflacionarias como las defendidas por Thomasson (2015), Rayo (2011) o Linnebo (2018) y, en general, por todos aquellos que invocan la obra de Rudolf Carnap (1950a), con la noción de marco lingüísitico y la distinción externo/interno, como piedra de toque para dar un sentido “internalista” a las afirmaciones ontológicas. En concordancia con el propio Carnap y con lo dicho más arriba, este carácter deflacionario se estaría afirmando no solo de los conceptos relacionados con entidades paradigmáticamente abstractas (como números, propiedades o proposiciones, por ejemplo), sino con todo tipo de conceptos, incluso aquellos ligados con nociones ordinarias, como la noción de objeto material observable. Sería también el caso, por supuesto, de los propios géneros sociales de los que comenzamos hablando y que constituyen el objeto de estudio de la ontología social.En años recientes, en el campo de la ontología social, ha cobrado fuerza una forma de análisis filosófico que Sally Haslanger (2006, 2012) ha llamado “mejorativo” [ameliorative analysis] y que, recientemente, Dutilh Novaes (2020a) ha relacionado con el concepto de elucidación [explication] carnapiano (cf. Carnap 1950b) (cf. tb. Capellen 2018, 11). La idea original de Haslanger es que la ontología social no puede tener solo una función descriptiva, dado que usualmente trata de conceptos con respecto a los cuales mantener una concepción u otra tiene serias implicaciones éticas y, a menudo, también políticas. No se puede tratar meramente de analizar el sentido que le damos a términos como “raza” o “género” ni de favorecer las intuiciones que pueda tener una determinada comunidad con respecto a su uso y significado, sino más bien de qué conceptos deberíamos tener de ellos y en qué deberían mejorar (si es que en algo) nuestras concepciones e intuiciones con respecto a su uso y significado. De ahí que algunos autores hayan hablado también de “ética conceptual” (Burgess and Plunkett 2013). Por su parte, e influido por Karl Menger, Carnap planteó la idea de “elucidación” como una forma de reemplazo, con ayuda del análisis lógico, de un concepto poco claro, ambiguo y originador de dificultades por otro más preciso y exacto que sirviese a propósitos científicos, pero que aún tuviese una similaridad relativa con el explicandum (i.e. el concepto a explicar). Así, por ejemplo, Carnap (1950b) propone susistema lógico inductivo como una elucidación del concepto ordinario de probabilidad y también como una “reconstrucción racional” del razonamiento probabilístico. No se pretende unasustitución de los conceptos ordinarios a todos los efectos, sino solo para servir a ciertos propósitos técnicos. En este sentido, la crítica de Strawson (1963) al concepto de elucidación carnapiano es cuestionable y requiere de muchas matizaciones, empezando con la constatación de que la propia concepción de Strawson está más de acuerdo con un proyecto naturalista. En el fondo, lo que Strawson estaba poniendo en cuestión era el propio cometido de revisabilidad del análisis y de su relevancia para la ontología, como ha apuntado la propia Dutilh Novaes (2020a, 1029). A partir de aquí, se puede señalar, siguiendo a la misma autora (Dutilh Novaes 2020a, 2020b), que la idea de elucidación carnapiana tiene muchos puntos en común con la idea de análisis defendida por Haslanger y también con la idea de “ingeniería conceptual” [conceptual engineering] (Blackburn 1999, Floridi 2011, Eklund 2015, Capellen 2018, Burgess et al. 2020, Chalmers 2020, Isaac 2021a, 2021b, 2021c), que constituye un auténtico tema emergente en la literatura filosófica actual. Según Capellen (2018), su principal objetivo consistiría evaluar y mejorar nuestros mecanismos representacionales, incluyendo por supuesto nuestros sistemas conceptuales. Por su parte, Chalmers (2020) define la ingeniería conceptual como el diseño, la evaluación y la implementación de conceptos, distinguiendo entre la ingeniería conceptual de novo(cuando se presenta un nuevo concepto o programa) y la re-ingeniería conceptual (cuando se trata de revisar un concepto ya disponible y que, por diversas razones, resulta aconsejable replantearse). El propio Chalmers admite que, en parte, la ingeniería conceptual ha sido parte de la tarea de los filósofos prácticamente desde los orígenes, pero hay que recordar que no todos los proyectos que hoy se relacionan con la denominada ingeniería conceptual tienen un valor meramente descriptivo (como es el caso, por ejemplo, del análisis conectivo de Strawson), sino que en ellos el análisis filosófico adquiere, como en Carnap, una dimensión netamente reconstructiva (frente a las modalidades denominadas “decomposicional” y “regresiva” del análisis, cf. Beaney 2021). Muchas veces este carácter reconstructivo viene guiado por razones lógicas y epistémicas, pero también puede venir guiado por razones éticas, políticas y sociales. En primer lugar, puede afirmarse que el proyecto es semántica y ontológicamente revisionista en tanto que propondría reconceptualizar conceptos que forman parte de nuestro acervo ordinario con la finalidad crítica de poner en cuestión usos defectuosos, impropios o que necesitan ser revisados por razones epistemológicas, éticas o sociales, de modo tal que incluso nuestras intuiciones acerca de lo que existe y de si existe o en qué sentido existe podrían resultar modificadas. En segundo lugar, y dado que entre las razones existentes para revisar un concepto se encuentran las éticas, sociales y políticas, la ingeniería conceptual puede tener, o al menos en parte se pretende que tenga, consecuencias en términos de la mejora de la propia comunidad o sociedad cuyo sistema conceptual es objeto de dicha ingeniería conceptual, corrigiendo, por ejemplo, posibles prejuicios o intuiciones equivocadas, aunque frecuentemente compartidas. Surgen, sin embargo, varias objeciones posibles. Primero, si consideramos la tesis de que los conceptos tienen sus respectivas intensiones y extensiones esencialmente (Capellen 2018 discute esta objeción tomándola de Mark Richard), entonces el propio proyecto de ingeniería conceptual como revisión de conceptos quedaría cuestionado. La respuesta ha sido aquí redefinir la tarea de la ingeniería conceptual como una revisión más de nuestras maneras de hablar sobre un tema que sobre conceptos (Capellen 2018, 104). Por otro lado, hay que notar que el proyecto de ingeniería conceptual no se compromete necesariamente con una concepción concreta de los conceptos (así el propio Capellen 2018, quien de hecho no ve la necesidad de apelar a conceptos para caracterizar adecuadamente el proyecto). Gustavo Isaac (2021a) ha caracterizado el proyecto como una tarea de revisión de conceptos psicológicos entendidos como funciones múltiplemente realizables. Y Thomasson (2021), como una discusión más acerca de expresiones (y no conceptos) como tipos de artefactos culturales abstractos. En una línea parecida a la de Thomasson, Löhr (2021) ha argüido que es mucho más correcto entender el proyecto de ingeniería conceptual como concerniendo a compromisos lingüísticos más que a mecanismos representacionales o conceptos. Por su parte, Koch (2021) ha criticado igualmente el psicologismo y el semanticismo que está detrás de las formas usuales de entender el proyecto de ingeniería conceptual, insistiendo en que los conceptos que son el objeto del proyecto deben ser entendidos como teniendo dos contenidos interrelacionados: el referencial y el cognitivo. Estas son posibles salidas que el presente proyecto pretende contemplar y discutir. Otra objeción podría ser hasta qué punto la ingeniería conceptual, incluso si es posible, puede tener como consecuencia mejoras en la propia sociedad y sus mecanismos cognitivos. Esta objeción no sería, entendemos, tanto contra el propio proyecto como contra una peculiar manera de entenderlo, bien entendido de que los resultados que la tarea analítica pueda comportar en la mejora de la sociedad dependen de múltiples factores, y no solo

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