Premio Nobel de Química en 2019 "por el desarrollo de las baterías de ión-litio".
Michael Stanley Whittingham nació en Nottingham (Reino Unido) en 1941. Se graduó y doctoró en química en la Universidad de Oxford, para luego realizar una estancia postdoctoral en la Universidad de Stanford. De allí pasó al sector privado, en las petroleras Exxon y Schlumberger hasta que, en 1988, se hizo profesor en la Universidad de Binghamton, uno de los nodos que conforman la Universidad Estatal de Nueva York, a la que sigue vinculado en la actualidad y en la que fue vicerrector de investigación y vicepresidente de la Fundación de Investigación.
Codirigió el estudio del Departamento de Energía de los EE.UU. sobre almacenamiento de energía y dirige el centro de investigación de almacenamiento de energía del programa de fronteras de investigación del Departamento de Energía de los EE.UU. en Binghamton.
Su investigación es uno de los mejores ejemplos de cómo un avance científico transformó y está transformando la sociedad. El almacenamiento de energía en baterías que se puedan recargar es uno de los ejes en los que pivota el funcionamiento de la sociedad moderna. En los años 70 Whittingham dio un paso crucial hacia la creación de las actuales baterías que todos llevamos en nuestros móviles y otros dispositivos portátiles, y también las que se usan en los coches eléctricos. Consiguió un innovador cátodo en una batería de litio, hecho de disulfuro de titanio, que a nivel molecular tenía espacios que podían acoger los iónes del litio, la clave que permite las recargas.
Eso abrió la puerta a los posteriores trabajos de John B. Goodenough y Akira Yoshino, que completaron el desarrollo de las actuales baterías recargables de ión-litio y compartieron con Whittingham el Nobel de Química de 2019.
John B. Goodenough ha mantenido una intensa relación docente e investigadora con la USC, en la que fue investido Doctor Honoris Causa en 2002 a instancia del área de electromagnetismo del departamento de física aplicada.